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Y así fue como todo empezó. ¡Un cuadro que cambió la historia!

Siempre soñé con ser artista. Desde muy pequeño me gustaba dibujar y siempre sentí que pintar era algo que iba a estar cerca toda mi vida. Mi gran sueño "Estar debajo de la torre Eiffel -porque allí es donde concebía la cuna del arte- y pintar un cuadro que cambiara la historia".


Las influencias equivocadas, aunque bien intencionadas, las propias decisiones y seguramente una u otra frustración o decepción, me llevaron cada día un poco más lejos de ese sueño. Poco a poco abandoné la pintura y fui dejando dormir ese don que siempre supe que tenía... pero el sueño - Lo sé porque he encontrado la misma nota en muchos escritos y siempre ha estado en mi mente- de crear una obra que cambiara la historia, siempre estuvo allí presente.


Y así pasaron varios años. Cargando en cada mudanza mi caja de pinturas, colores, pinceles y lienzos en blanco o apenas manchados, pero, sobre todo, cargando mi sueño en lo más escondido de mi pensamiento. Nunca tenía tiempo. Siempre había algo un poco más urgente o simplemente no se me ocurría nada que pintar... la creatividad se va durmiendo con la monotonía del día a día.


De la forma más "random" posible regresé al dibujo y a buscar la creatividad que creía tenía perdida. Una persona me pidió hacer unos dibujos para un retiro espiritual. Algo poco elaborado, aunque -yo sabía el uso- de muy alto impacto para quienes participan del retiro espiritual. Para entonces ya había tenido un primer contacto con Dios hacía varios años y de alguna forma había iniciado mi camino espiritual, pues en un acto de total "irresponsabilidad" había prometido decirle SI a todo lo que me pidiera Dios -esa es una historia que contaré seguramente en otro escrito- así que ahi estaba. Comprometido a hacer no uno, ni dos, ni tres dibujos.... sino más de cien dibujos en un tiempo que bien podría ser de uno o dos meses a lo sumo. Bastante poco tiempo para dejar que la creatividad fluyera de forma natural... más aun conociendo la importancia que cada dibujo podría tener en la vida de quien lo recibiera. Entonces busqué ayuda en el lugar más propicio para hacerlo. La palabra de Dios. La santa Biblia.


Si bien los dibujos de alguna forma estarían relacionados con la biblia, tenía claro que sólo quería hacerlo de una forma inspirada -no influenciada- por Dios. Asi que dejé cada dibujo que iba a hacer en manos de Dios. Me puse manos a la obra y empecé a dibujar. Algunas formas y figuras no tendrían sentido, otras podrían parecerme simples o sin contexto; pero cuando se mezclaban con la palabra de Dios empezaban a tener más y más sentido... muchas veces un sentido que me asustaba por la crudeza de imágenes y palabras al punto que, siendo necio, decidía buscar otra palabra que acompañara el dibujo, y Dios, siendo Dios, me la entregaba. El mismo mensaje, pero, con otras palabras. Así terminé con todos los dibujos. A tiempo, con las manos y los ojos cansados, sin colores, y espiritualmente lleno de incertidumbres, pues al final me preocupaba mucho lo que sentiría o pensaría quien recibiera el dibujo, y no iba a saber nunca la reacción de quien se hiciera con cada pequeña obra. Y esto al final es lo que llena a un artista. más que el trabajo en si, lo que llena es la reacción que la obra produce... creo que tuve retroalimentación de 4 o 5... las demás aún son un completo misterio.


Pasaron algunos meses y regresó el mismo pedido. como había prometido decir que SI, entonces ni modo. manos a la obra nuevamente. pero esta vez fue un poco diferente. una noche, antes de empezar a dibujar, soñé una imagen y sentí la necesidad de levantarme y plasmarla en un papel. Era una imagen de alguna forma inconclusa, pero muy fuerte. Presentaba a Jesus caminando por un sendero de arena rodeado de flores. Jesus cargaba su cruz, el látigo en su cintura, la lanza y los clavos en su mano izquierda y la corona de espinas colgaba de la cruz. Caminaba y mientras lo hacía pisaba a una serpiente. llevaba la cruz con su mano izquierda y su mano derecha se extendía por fuera de la imagen. No vi que había en el extremo de su brazo derecho. Sentí que había mucho viento en contra, pues el cabello de Jesus se movía con fuerza en el sentido opuesto al que caminaba. Él sonreía. Su mirada estaba puesta en algo que yo no lograba ver. Me desperté y lo dibujé a lápiz. también lo hice en uno de los dibujos que me habían encargado, y finalmente, después de hacer los dibujos, tuve la necesidad de hacerlo al óleo. Aquí el resultado.


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Así quedó. un cuadro bonito. que para mí reflejaba el triunfo de Jesus sobre la muerte. Pero después de un tiempo adquiriría el valor que hoy tiene en mi vida.


Una persona que ha sido muy especial me dijo un día. ¿Te diste cuenta de que Jesus aún no ha sido crucificado? no tiene rastros de sangre ni sus manos las perforaciones de los clavos -Menudo error, pensé- y también me preguntó. ¿dónde está su mano derecha? ¿qué está viendo?... por eso desde un principio dije que se trataba de una imagen inconclusa... siempre he sabido que le falta algo. Pero me dio suficiente en qué pensar.


Si no ha sido crucificado, pero lleva la cruz, es poque va hacia su crucifixión. Pero no se le ve cansado. Al contrario. va firme y con convicción. de hecho, pisa a la serpiente, no solo con su pie sino con la cruz, mientras va caminando. De alguna forma este camino representaría el triunfo del bien sobre el mal. el poder de la cruz junto a Jesus para derrotar el mal. Hasta ahí todo muy claro y de alguna forma con mucho sentido. pero ¿qué ve? ¿dónde está su mano? De alguna forma Jesus está invitando, extendiendo su mano más allá de la imagen para tomar algo y traerlo consigo. Algo que realmente quiere, su mirada fija y confiada muestran un deseo real de obtener lo que está viendo.... ¿y si soy yo? -pensé- ¿Si su mano está allí esperando a que alguien la tome? ¿Si me está invitando a su camino?... fue entonces cuando el cuadro tomó sentido y le di nombre.


Jesucristo. Nuestro Señor del Camino.

Allí mi vida cambió y de alguna forma fue mi primer encuentro de frente con lo que hoy considero mi propósito de vida. Hasta hace poco pensaba que tenía un sueño por cumplir. Hoy, aunque no conozco Francia, ni me he sentado a pintar debajo de la torre Eiffel, puedo decir que pinté un cuadro que cambió la historia. Al menos la mía. En este cuadro encontré todo lo que hoy está en mi pensamiento y todo lo que siento que está bien compartir. con este cuadro entendí que:


  • Jesus no solo me invita a caminar con Él sino que siempre tiene su mano extendida esperando a que yo le dé la mía para que caminemos juntos.

  • Jesús sabe que va hacia un lugar difícil. sabe lo que le espera. Sin embargo, carga no solo su cruz sino todo aquello con lo que le harán daño. y lo hace con firmeza. con convicción y determinación. Aun así, siempre me mira. Siempre tiene lugar para mí.

  • Caminar con Jesus y cargar la cruz es la fórmula para derrotar al mal. El camino de Jesus no es un camino de flores. Las flores están alrededor del camino. invitándote a salirte de la ruta. El camino de Jesus es un camino angosto y de tierra. Pero es un camino en el que también hay espacio para mí.


En otras palabras. lo que entendí con esta pintura y que de alguna forma ha venido cambiando mi historia es que: La vida no es sencilla. La vida no es fácil. La vida está llena de sinsabores y de momentos difíciles. La vida está llena de cruces y cada uno tiene su propia cruz. Desconocerla o detenernos no nos hará no cargarla. Sin embargo. caminar la vida con Jesus hace que el camino sea más agradable y nuestras cruces más ligeras.


Si. se puede Vivir Bonito cuando decidimos levantar nuestra cruz, tomar a Jesus de la mano y caminar con Él.


Fernando Q.

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